A pesar de que públicamente he confesado el recién descubierto apego por mi gata (Paulina) y mostrado mi nuevo interés por “All things feline” aquí, y aquí. Tenía que suceder lo inevitable:
Ya causó el primer desastre.
Y no me refiero a la merma en mi “fina” colección de vasos de vidrio (3 y contando) ni a que quebrara mi lapicero nuevo, tampoco a que le haga “extreme makeover” a mis zapatos cada vez que puede o que mantenga mis cortinas como colador. Y ni siquiera que se masticara todo el corcho de mis posavasos encargándose luego de regarlo por cada rincón del apartamento.
Pues para todo eso, el proceso va igual:
1. “Bueh! Es una gata”.
2. Le vuelo un revistazo.
3. Se esconde y me mira con cara de Gato de Shrek.
4. Enciende la modalidad “ronroneo” y finalmente…
5. “Y donde está esa gatita linda… ay qui-shi-qui-shi-qui-shi” (Porque sí, aunque nadie me ha escuchado -ni permitiré que lo hagan-, a veces le hablo en tono “consentido”).
Pero al final, encontró mi punto débil: Atacó mi celular. Y es que aunque para la gente “normal” una Pocket PC, un teléfono o una laptop son simples aparatos, para mí son parte de mi “mojo”. Sin ellos soy Batman sin Bati cinturón. Inspector Gadget sin sombrero. Dexter sin laboratorio. Peter Parker sin traje. George Bush sin Karl Rove.
Así que hoy, mi querido lector, después que Paulina extendiera una sus acolchadas pero afiladas patas y mandara mi SonyEricsson 790a volando por el precipicio de mi desayunador (en cámara lenta, lo juro) hasta aterrizar con un crujiente y pixelado sonido sobre el cruel suelo cerámico… ya sólo cuento con la mitad de la pantalla.
Y sí, puedo hacer y recibir llamadas e incluso (gracias a que el número entrante se visualiza en la parte inferior de la pantalla) incluso ver quien llamó o a quien llamo. Pero navegar por Internet ni pensarlo. ¿Tomar fotos? Menos. Y para poder leer SMS’s tengo que auto enviarme dos mensajes para que el mensaje entrante “baje” hasta la parte “sana” de la pantalla (y eso sólo para saber quien lo envía y leer las primeras 4 palabras). ¿Y enviar mensajes? Pues sólo con confianza ciega en el "auto spelling". Cosa peligrosa en el español, porque como decía mi abuelo: no es lo mismo “La pérdida de mi esposa” que “La perdida de mi esposa”
Eso sí, para todos aquellos preocupados por la salud y bienestar de Paulina: No. No hubo “gaticidio”. Ni revistazo. Eso sí, se necesitaron dos días de cara de Gato de Shrek y dos días de ronroneo ignorado. Pero al final ¿que les puedo decir? Ya la perdoné.
Por cierto ¿que fue ese ruido? “¿Donde está esa gatita linda? ay qui-shi-qui-shi-qui-shi”
Gracias a Dios no hubo Gaticidio pero piensa nada más en mis sillas, siento que Pau te esté dando problemas, si quieres inicio una colecta para comprar un nuevo teléfono. Besos a los dos, errar no es solo de humanos sino tambien de gatos, pero perdonar es de humanos.
ReplyDeleteVes Rogelio seria bueno tener la opción de cambio por los pollitos de la avenida 2da... digo yo!!
ReplyDeleteNo podes culpar a Paulina si al fin y al cabo seguro heredo de su padre esa facilidad por dejar caer las cosas sin querer...
ReplyDeleteMi gatita (que tenía todos los nombres del mundo) fue lo mejor de mi vida. Todos los días yo ganaba un uñazo más en un brazo (cicatrices de sus caricias diarias). ¿Tortas? ¡Me hizo miles! Pero siempre la perdoné: era mi amor. Cuando me casé, la tuve que dejar en la casa de mis papás, y entonces ella me olvidó. Ahora me trata con una indiferencia mortal... ¡Por favor, Rogelio! No te enojés con Paulina, ella te ama (a su modo gatuno y odioso a veces, pero te ama). Saludos, Lilli
ReplyDeleteLo reconozco: tengo todos los prejuicios habidos y por haber con respecto a los gatos. Lo peor es que ahora, aún sabiendo que tengo una sobrina-gaTICA: sigo teniéndolos! El comentario de Lilli reafirma mis temores: ¿Estás seguro que Paulina no tendrá esa vena traicionera-interesada-arrogante que comparte la mayoría de los felinos? ¿Habrán valido la pena al final tantos sacrificios? Yo sé lo que para tí significan todos tus "chunches" tecnológicos.
ReplyDeleteCrecimos en una familia pro-perros, ¡nunca fuimos gatunos! ¿Habré tenido yo la culpa de influenciarte desde que eras pequeñito para que ahora incluyas "Paulinas" en tu vida? I will always wonder...
Todavía la sobrina no me convence mucho, tendré que conocerla...y tal vez entonces...
Tiene razón Francisco: los pollitos no te hubieran roto el cel!
Silvia