Llegó diciembre, tiempo de reflexión, se fue un año y viene uno nuevo. Abundan comentarios como: “el tiempo vuela”, “el año se me fue y no me di ni cuenta”; o preguntas como: ¿en qué se me fue el año?
La administración de nuestro tiempo personal es uno de los mayores retos en la vida. Es mucho más difícil medir en qué se nos va la vida personal que medir en qué se nos va la vida laboral; y sin embargo, la inversión de nuestro tiempo en estas dos esferas esta íntimamente relacionada. Al fin y al cabo tenemos sólo una vida y hay que aprovecharla.
Comparto con usted dos formas de aprovechar el tiempo y sacarle el “jugo” a cada año.
Acostumbrado a trabajar bajo presión. Siempre me suena cómica esta frase tan común en los anuncios de reclutamiento, pero al menos comunica dos puntos importantes. Primero, habla de que la persona debe estar acostumbrada a trabajar y eso indica que se busca a alguien que valore y disfrute lo que hace, que vea el trabajo como una expresión de su ser y de las capacidades que Dios le ha dado. En segundo lugar, esta frase nos hace ver que se espera que quien trabaje, lo haga “bajo presión,” que traducido se puede entender como “trabajar bajo la supervisión estricta de quien le exigirá rendimiento”
Para aprovechar bien el tiempo, debemos trabajar con entusiasmo y con un sentido de urgencia, porque obviamente entre mejor y más rápido hago un trabajo, mejor y más rápido puedo hacer el siguiente. La Biblia nos insta a “trabajar como para el Señor”; y realmente, ¡no hay como disfrutar del trabajo bien hecho!
Tiempo de calidad con la familia. Otra frase trillada que encierra dos verdades, la familia requiere “tiempo” y “calidad.” Ni el trabajo más productivo puede compensar la delicia de disfrutar a nuestras familias, y disfrutar a nuestras familias requiere tiempo y trabajo. Hace unos fines de semana llevé a mis hijos a jugar a un parque de diversiones con la “brillante” idea de que mientras ellos jugasen con los demás niños, yo seguiría leyendo un libro que estoy disfrutando mucho. Así lo hice, y según yo, había cumplido con mi tarea de “buen papá,” hasta que mi hijo menor se quejó conmigo diciendo, “hoy no jugaste con nosotros.”
En ese momento me di cuenta que mis hijos no están pidiendo que los lleve a jugar, están pidiendo que juegue con ellos. Esta vez reaccione rápido y al siguiente día, les dedique toda una mañana jugando pelota y haciendo una fogata. El comentario al final de este día fue muy diferente, “¡que lindo día pasamos!”
La lección: Limite su trabajo al trabajo, y cuando pase tiempo con su familia, realmente pase tiempo con su familia. Dedique buenas horas a la familia y el pago en abrazos y besos lo premiará con creces.
Veamos el año que viene como una nueva oportunidad de “aprovechar bien el tiempo”.
Alfredo es especialista en consultoría empresarial. Vive en Tegucigalpa con su esposa Lisa y sus dos hijos Valeria (7) y Víctor (5).
Felicidades por el artículo Alfredo. Sinceramente ví el título en el momento que lo publicó Roge, pero no lo leí... estaba muy ocupado en esos días y pensé: "Ah, ya se puso "Cristiano" Alfredo. Ya nos va a querer meter Iglesia...", pero ahora, cuando tomé el tiempo para leer la nota, me doy cuenta que CASI NÚNCA le dedico el tiempo exclusivo a mi hija.
ReplyDeleteHe hecho muchas veces eso de llevarla jugar y seguir trabajando en la computadora mientras ella juega; sin embargo, como dices, la experiencia es mejor, cuando la veo a los ojos y la ayudo a subir o levantarse mientras juega.
En cuanto al trabajo... pues creo que como otros, necesito ponerle una frontera; de modo que no entre a la casa...
Gracias por tomarte el tiempo de escribir algo que beneficiará a muchos que andamos por la Web (principalmente a mi familia).