Monday, August 28, 2006

Crestomatía: Security Blankets


Tengo una confesión que hacer: Desde hace seis meses no duermo igual. Y no es por tener seis meses de vivir fuera de mi país y fuera del hogar que me vio nacer. Tampoco es porque extraño mi cama o mi cuarto, de hecho prefiero mi apartamento de soltero. La verdad de mi dilema es que mientras yo empacaba mis cosas para mudarme, mi madre (a escondidas), botó mi vieja almohada de plumas de ganso… o lo que quedaba de ella. ¿Que si me afectó? ¡Claro!, ¡No me fue fácil conservarla!, Tuve que defenderla incontables veces de argumentos como “¡Ya se puso hasta amarilla!” ó “¡Sinceramente ya no parece almohada!”, e inclusive rescatarla heroicamente del armario ese donde se guarda todo lo que está condenado a botarse. Pero en un último ardid estratégico, mi madre logró su cometido. ¡Y la perdí!

¿Pero a que viene esta súbita confesión de mi vida personal? Simplemente quiero ilustrar que como humanos nos apegamos a las cosas. Todos tuvimos esa “sabanita” o “almohadita”, que al igual que el personaje de Linus en las caricaturas de Snoopy, nos negamos a soltar, y que muy acertadamente los gringos (que a todo le ponen nombre) le llaman “Security Blanket”.

Pero luego crecemos, y esa sensación de seguridad que nos daba nuestra “sabanita” se empieza a convertir en ese viejo jean que nos negamos a botar o esas playeras viejas que insistimos en llamar “Piyamas”. ¿Por qué? Porque esas cosas nos hacen sentir cómodos… ¡Y Seguros!.

Durante toda nuestra vida buscaremos cosas o personas que nos hagan sentir seguros: Grupos de amigos, lugares favoritos, música que nos “define”, ropa, modas, iglesia, y todas aquellas cosas que marcan nuestra “individualidad” y nos dan una tierra firme de la cual aferrarnos cuando la vida comienza insistentemente a preguntarnos ¿Quiénes somos?. Y como adultos, seguiremos buscando esa seguridad en un trabajo estable, en una familia, una casa o negocio propio, etc.

La búsqueda por la seguridad es parte de nuestra naturaleza, los individuos psicológicamente más sanos son aquellos que tuvieron un ambiente que propició una infancia y vida segura en el área familiar, relacional y aún económica. Por otro lado, aquellos que presentan cuadros de trastornos psicológicos casi siempre tienen una historia donde por alguna razón este “colchón” de seguridad faltó en una etapa de sus vidas.

Por eso, cuando ese esquema de seguridad es sacudido, muchas veces nos toma un buen tiempo adaptarnos. ¡Sobre todo en lo que refiere a las relaciones! Ya sea que tengamos que “volar del nido”, cambiar de trabajo, perder a un ser querido por la muerte, o romper una relación sentimental, siempre enfrentaremos un periodo de inestabilidad que durará tanto como la cantidad de seguridad propia que hayamos depositado en dicha persona o lugar.

Es decir, puede que yo esté por independizarme de mis padres, y me cueste menos porque me muero por probar la vida por mi cuenta, así como para otra persona el hecho de salir a enfrentar la vida por si misma puede ser una experiencia de la que tratará de huir a toda costa.

Por eso es que a veces no entendemos como hay personas que pueden salir de una relación, y rápidamente embarcarse en una nueva para ser muy feliz, o talvez, en caso contrario, aquellos que después de muchos años no logran superar ese “amor” que perdieron hace tanto tiempo.

Pero así como yo me he tenido que acostumbrar a dormir con una almohada diferente a la anterior (Y a decir verdad... ¡Sí logro dormir bien!) Todos somos capaces de reiniciar nuestra vida luego de una ruptura o de un cambio de vida si tenemos la capacidad de encontrar que tanta seguridad depositábamos en esa relación, nexo o lugar.

La seguridad de pertenecer, la seguridad de no arriesgar, la seguridad de un ambiente conocido, la seguridad de sentirme amado, la seguridad de sentirme atractivo, la seguridad del “status” y aún la seguridad de que me “vean” con alguien, son todas pequeñas “security blankets” que vamos construyendo con el tiempo y que aunque muchas veces no son dañinas, nunca deben llegar a dominar nuestras acciones y relaciones.

Por eso vale la pena que la próxima vez que enfrentemos un cambio, o si lo estamos enfrentado en este momento, paremos un momento y pensemos cuales son esas “sabanitas” que estoy soltando. ¿Por qué me cuesta afrontar este súbito “descalabro” emocional?. Si lo pensamos un poco quizás encontremos cosas que no habíamos notado, o talvez muchas que conocíamos pero que no sabíamos nos ataban tan fuertemente a lo que estamos soltando.

Yo lo haré. Lo consultaré con mi almohada, y por cierto ¿Alguien sabe donde las venden rellenas de plumas de ganso?

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